Disciplina
científica
(Adecuación-resumen del trabajo “El ámbito
de lo disciplinar y lo profesional en el currículo y en la vida universitaria”,
de Julia
Adriana Castro C.)
Obra de Benjamín Arenas
La producción científica es un
proceso organizado por sectores, donde cada uno de ellos maneja un campo específico
de la realidad (objeto de estudio) respecto al cual produce conocimiento. Cada
uno de estos sectores es una disciplina científica, y los grupos humanos que se
organizan para generar conocimiento sobre cada sector son, precisamente, las
comunidades científicas.
La estructura de una
disciplina científica es lo que se conoce como paradigma Éste, de acuerdo con
Kuhn, “es lo que los miembros de una comunidad científica y sólo ellos
comparten. […] la posesión de un paradigma común […] constituye una comunidad
científica formada a su vez por hombres diferentes en todos sus aspectos"
(Thomas Kuhn, 1987, “La tensión esencial Estudios selectos sobra la tradición y
el cambio en el ámbito de la ciencia”. México, Fondo de cultura económica,
México, p.318).
La pertenencia a una de esas comunidades
está legitimada por la profesionalización que garantiza el acceso a
conocimientos y prácticas básicas respecto al objeto de estudio. El paradigma,
como realización capaz de unificar la comunidad profesiónal integra compromisos
de orden cognitivo y práctico-valorativo, y se refiere a la posesión de un
objeto de estudio común y de un lenguaje común delimitando así el campo de
investigación que permite la construcción progresiva del objeto
Por otro lado, se encuentran
los de los "novicios"; es decir, los acuerdos sobre los procesos
educativos para la formación de nuevos profesionales, y finalmente, los
procesos de comunicación que son los que permiten los acuerdos y compromisos.
La unidad paradigmática de una
comunidad disciplinar es susceptible de transformarse. El camino que prepara
las condiciones para el cambio comienza en la percepción de una anomalía; es
decir, en "el reconocimiento de que la naturaleza ha violado las
expectativas inducidas por el paradigma que rige la ciencia normal; un problema
o conjunto de problemas ofrece resistencia para ser planteado y resuelto desde
las directrices trazadas por el paradigma" (G. Valencia. "Mundos y
paradigmas", Colombia, Documento 222. Material fotocopiado Facultad de
ciencias humanas, Universidad de Antioquia). La crisis concluye, generalmente,
con la aparición de un nuevo paradigma que lleva implícita la argumentación y
legitimación consensual, y la reorientación de los compromisos disciplinares.
Cada paradigma marca caminos nuevos para los profesionales, orientándolos a
generar productos simbólicos y materiales acordes con los intereses de
renovación y produciendo una movilización cultural e ideológica que desborda
los ajustes tecnológicos. En este esfuerzo constructivo, en el que consiste la
actividad científica, "un asunto es la práctica como actividad centrada en
la resolución de los enigmas y otro es la reflexión epistemológica como intento
de dilucidar las condiciones que la hacen posible. La primera puede perfectamente
existir sin la segunda, como que pone en práctica lo que la otra podría o no
abstraer certeramente, es más la competencia científica no se traduce
necesariamente en competencia epistemológica"(A. Trujillo, 2007,
"Reflexiones sobre la identidad del terapeuta ocupacional En: Ocupación
humana. Revista de la Asociación Colombiana de Terapia Ocupacional. Vol.2.,
p.55).
En preciso resaltar que, en
esos periodos de crisis, los análisis epistemológicos que permiten no sólo la capacidad
de entrar en conflicto cognitivo con lo establecido, sino también dialogar para
argumentar ante a lo tradicional y lo nuevo, y evaluar los criterios de validez
de las concepciones que aparecen como alternativas para superar las crisis son
importantes. La negociación paradigmática se debe realizar mediante procesos de
reflexión, de encuentros cara a cara, que permitan develar significados
ideológicos y culturales que el paradigma intenta vehicular. La falta de
negociación de los sentidos hace que el dominio del saber se concentre en unos pocos
sea sólo un paquete de contenidos en la academia, que el saber hacer se convierta
en un conjunto de técnicas unidas eclécticamente; y el saber comunicar, en un don
privilegiado de quienes poseen el saber Como ya he mencionado, las disciplinas científicas
están constituidas en torno a los saberes y prácticas referidas a un campo de
conocimiento. Al respecto, es importante explicitar las condiciones que debe cumplir
un campo de conocimiento para ser considerado científico. Según Mario Bunge,
son diez las condiciones que permiten lograr este reconocimiento, cuya comprensión
requiere todos los esfuerzos del colectivo profesional: 1.- Comunidad
científica. Un campo de conocimiento exige una comunidad integrada y dinámica,
orientada a la reflexión e investigación acerca del saber, del saber hacer y
del ser profesional; 2.- Dominio de interés. Se refiere al objeto de estudio en
torno al cual se produce conocimiento y se orientan los servicios; 3.- Principios
filosóficos o cosmovisión. Son las representaciones simbólicas a partir de las
cuales se orienta la construcción teórica y se suministran servicios; 4.- Problemática.
Es decir, los problemas cognoscitivos y prácticos pertinentes al objeto de
estudio. Las disciplinas se plantean problemas de ciencia básica cuyo propósito
fundamental es desarrollar teoría mediante el planteamiento de amplias generalizaciones;
y problemas de ciencia aplicada, nivel en el que se valora la adquisición del
conocimiento por su utilidad práctica; 5.- Instrumentos. Son los medios
utilizados por la comunidad profesional para alcanzar tas fines; 6.- Método. Se
refiere al orden lógico que siguen los procedimientos y técnicas para
identificar los fenómenos con criterio sistemático y objetivable y para verificarlos
con fines descriptivos, explicativos o comprensivos; 7.- Finalidad. Esto es,
los propósitos que el colectivo plantea para tomar rumbos acertados y proceder
sistemáticamente a la construcción teórica y al mejoramiento de los servicios
ofrecidos; 8.- Fondo de conocimiento acumulado. Esta condición se refiere al
conjunto de datos, hipótesis, teorías y métodos elaborados por la comunidad
científica para explicar su dominio de interés y resolver problemas. Sociedad;
9.- El desarrollo de un campo de conocimiento es influido por fuerzas
socioculturales, económicas, ideológicas y políticas. La comunidad profesional
proyecta su quehacer teórico y práctico a la sociedad, para lo cual debe
definir su función social y examinar la cultura, los valores, tendencias, y
políticas que afectan su dominio de interés y su desempeño ocupacional; y 10.- Ethos.
Se refiere a los modos de comportamiento de la colectividad que la distinguen de
otros grupos; representa las actitudes del colectivo frente a sí mismo, a los
demás y al medio ambiente.
En este sentido, surgen algunas
preguntas sobre las condiciones de disciplinariedad de los diversos perfiles de
conocimiento, dejando abierto un debate activo en razón de este tema y su vinculación
con los objetos de estudios de las diversos procolos doctorales: discusión: ¿Se
tiene la suficiente claridad y ha crecido el campo de conocimiento de la
ciencias de la educación como para explicarlo a partir de las diez condiciones
propuestas por Bunge y para organizarlo en la estructura interpretativa
vinculada con la propuesta de tesis de grado de cada uno de ustedes? ¿Los
cambios paradigmáticos de la profesión han sido realizados en el ámbito
académico mediante procesos de interlocución amplios donde se haya permitido
reflexionar y confrontar la tradición con lo nuevo desde sus transfondos
filosóficos, ontológicos, epistémicos, políticos y éticos? ¿Reconocen los
profesionales e investigadores, los compromisos disciplinares tanto en los discursos
donde estos son explicitados, como en aquellos discursos y prácticas en los que
no lo son?
En cuanto al perfil
profesional, relacionado con el objeto de investigación del protocolo doctoral,
hay en la sociología una controvertida área dedicada al estudio de las profesiones
en la cual se encuentran diversos autores que plantean puntos de vista
relevantes para analizar críticamente esta situación. H. Wilensky (“Sociología
de las profesiones fresnos”, 1990, Madrid, p.44), en trabajos realizados en
Estados Unidos, concluye que una actividad u ocupación pasa a ser considerada
profesión cuando supera las cinco etapas descritas a continuación: 1. El
trabajo se convierte en una ocupación de tiempo integral. Según el autor, esto
ocurre a causa de la "necesidad social" o del surgimiento y ampliación
del mercado específico de trabajo; 2. Surgen nuevas demandas formación y de
entrenamiento. Aparecen así las primeras escuelas de formación de
profesionales, y se crea un cuerpo de conocimiento específico del tema; 3. Se
constituye la asociación profesional y se definen perfiles profesionales que
dan a este grupo una identidad; 4. Se reglamenta la profesión para "definir
el territorio profesional" asegurando el "monopolio de sus competencias"
no solamente del saber, sino, sobre todo, de la práctica profesional; 5. Se
adopta un código de ética que establece reglas y normas para actuar en el área
profesional, con lo cual se protege así a los "genuinos
profesionales"; 6. El autor le asigna a la profesión, a diferencia de la
ocupación, un carácter técnico, en tanto ella se caracteriza por un conjunto de
actos sistémicos y continuos, que obedecen a cierta lógico-científica, y que
son adquiridos en las escuelas de formación.
Obra de Benjamín Arenas
Sin embargo, para M. Marihno ("Sociología
de las profesiones: Un nuevo enfoque", 1991, En: Educación médica y salud,
vol.25, No.1, Pp.77-78), decir técnico no significa necesariamente decir
científico. La base, para la reivindicación de competencia exclusiva, varía de
acuerdo con las características de la profesión. Esto significa que influyen mucho
más los factores político-institucionales, el consenso social, la práctica y el
desempeño profesional al momento de definir un hacer como profesión o como no profesión,
que los criterios científicos o no científicos. De todos modos, no se niega la
importancia histórica del carácter de cientificidad conferida por la academia y
por la sociedad a ciertas profesiones, lo que les otorga prestigio, status y
poder frente a las demás.
Por otra parte, Barrera (1987,
“Las profesiones hoy, sus relaciones con el trabajo o con el empleo. Universidad
Nacional de Colombia. Bogotá, p.26), define la profesión por un conjunto de dimensiones
estructurales y de actitudes. Los profesionales ocupan en esa actividad todo su
tiempo, tienen "vocación", aceptan las normas y modelos, y se
identifican con sus colegas. Además, se organizan a partir de una mutua identificación
de intereses, adoptan un código de ética, y poseen un cuerpo de conocimientos,
impartido por las universidades. Poseen también orientación para el servicio;
es decir, que tienen una práctica social. Tienen, así mismo, autonomía, y entre
ellos una presencia fuerte de corporativismo. El propósito de esta visión
taxonómica sobre las profesiones no es determinar si la educación física es una
semi profesión o una profesión. Es, más bien, generar en la comunidad académica
y profesional una reflexión acerca del devenir de la educación física a partir
de su constitución como grupo; destacar que el proceso de profesionalización no
es una "historia natural ", sino que implica, un proceso histórico,
donde los profesionales se esfuerzan por alcanzar los privilegios para su
profesión y garantizar su permanencia.
A todas estas, la identidad de
una comunidad profesional significa, entonces, la claridad que ese grupo humano
tiene respecto a qué es, cuáles son sus elementos constitutivos, cuáles son sus
representaciones simbólicas, qué acciones y comportamientos la caracterizan, de
qué manera puede influir y aportar a la transformación social y cómo es
afectada por las condiciones científicas, ideológicas, económicas, y culturales
que la tocan. Esta identidad es un proceso dinámico, de responsabilidad
conjunta y no es posible adquirirla de manera aislada con criterio
individualista. Requiere participar en procesos de reflexión y de consenso
acerca de los propósitos, necesidades y acciones; y requiere también el acuerdo
sobre los logros e interpretaciones de las actuaciones profesionales en
beneficio individual y social. La conciencia que alcance el colectivo de
educadores físicos sobre la responsabilidad social de impulsar la organización
profesional y el desarrollo del campo de conocimiento redundará en el crecimiento
de su comunidad científica, la disciplina y el ejercicio profesional. La
universidad, como instancia académica, se constituye en una comunidad educativa
que tiene su propia dinámica y en cuyo escenario se encuentran e interactúan
las comunidades disciplinares, las cuales apoyan la construcción de los
perfiles profesionales orientados según las demandas de una sociedad en un
momento histórico determinado.
La importancia asignada al
currículo en los procesos de formación profesional como factor de la calidad
educativa, se debe a que éste orienta la organización, producción y
comunicación del saber, y, por otra parte, permite desarrollar y potenciar las
capacidades humanas "en la compleja tarea del ser y quehacer cultural",
que se encuentran en el denominado currículo oculto.
Obra de Benjamín Arenas
Si se acepta que el currículo es el proceso mediante
el cual se selecciona, organiza y distribuye la cultura que debe ser
aprehendida, no es posible concebirlo como una acción operativa e instrumental
ni asociarlo a la acción más que a la reflexión. Hay que concebirlo como un
proceso intencionado que compromete una visión de hombre, de sociedad, de
educación, y a través del cual se materializan estructuras de poder y de control
definidas, que expresan una manera de actuar sobre los sujetos, prefijar
intencionalmente sus comportamientos, abrir posibilidades, restar
posibilidades, ubicar a los individuos en la división del trabajo, otorgarles
una determinada posición social e inclusive económica. Como acuerdo inicial, y
por no ser ésta una disertación sobre el tema de la cultura, se puede definir
ésta última como un conjunto dinámico de representaciones simbólicas, que media
el conocimiento y la acción humana; en ella el hombre se representa y desde ella
se comprende y se sitúa en el mundo. Por lo tanto, la profesión está mediada por
la cultura y a su vez, media la producción cultural. Es decir, el mundo simbólico
que se aglutina por su especificidad en un modo de organización social del
conocimiento (disciplina) y del trabajo (profesión), más que ser un sector de
realidad simbólica y material permeable a la cultura, es un escenario en el que
ésta se realiza y se construye.
El individuo durante la vida cotidiana en las
escuelas de formación y los escenarios laborales, ingresa a nuevos sectores del
mundo objetivo y subjetivo de la sociedad, en un proceso denominado
"socialización secundaria". En este proceso mediado por instituciones
construye su proyecto vital desde un "rol" asumido que le permite identificarse
de manera individual y colectiva, y situarse dentro de la división del trabajo
y la distribución social del conocimiento.
La calidad de la formación
profesional implica comprometerse con la formación en la autonomía intelectual,
personal, social, ética y estética de los individuos que optan por
estructurarse en torno a objetos de conocimientos específicos. Este compromiso
requiere un programa curricular que reconozca distinciones académicas y
prácticas entre lo disciplinar y lo profesional en la formación universitaria,
lo cual le permitirá garantizar su misión. La relación entre estos dos componentes
es resumida por C. Cuervo ("Propuesta de un marco conceptual para el
cambio curricular del programa de terapia del lenguaje en la Universidad
Nacional de Colombia", 1990, Documento), en las siguientes proposiciones: 1.
Existe un eje de educación disciplinar que fundamenta la educación profesional
pero que se diferencia de ella; en consecuencia, los objetivos, contenidos y
experiencias curriculares correspondientes son diferentes; 2. La existencia de
una disciplina académica se da como una realidad independiente de la educación profesional,
no así la educación profesional; 3. Tanto el dominio profesional como el dominio
disciplinar exigen procesos de enseñanza-aprendizaje. Un proceso de educación
disciplinar no proporciona competencia práctica pero sí la base y la
justificación científicas para la vivencia de formación que habilita para el ejercicio
profesional competente; 4. El método de la ciencia y la actitud de solución de
problemas fundamentan tanto la educación disciplinar como la profesional; 5. El
conocimiento se organiza con base en el dominio de interés, el cual se
identifica como eje orientador en la formación. Ese eje orientador debe ser
explicado por un modelo conceptual y un modelo operativo que le den una base
firme y una identidad propia al programa universitario.
Finalmente, es importante
anotar que un programa curricular no ofrece sino un esbozo de la arquitectura
más general del proceso de formación. Las características académicas de los
estudiantes y la intensidad y calidad del trabajo de los profesores y
estudiantes, y la labor de interpretación y reconstrucción que cotidianamente
realizan unos y otros, inciden probablemente más en la calidad y orientación de
la formación efectivamente alcanzada que el conjunto de definiciones que puede
contener un programa curricular.
Obra de Benjamín Arenas
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